Este libro de poemas en prosa, de tono elegíaco, es un recorrido a la propia caducidad, a la evidente y alarmante merma del cuerpo y sus frágiles artefactos; a la vez, como toda elegía, un canto de despedida. Cronología de los sentimientos de desamparo y la lenta restauración que atraviesan el proceso de los dolientes. De cómo se va conformando la difícil y necesaria aceptación de la muerte, y lo que ocurre alrededor, mientras los rituales funerarios progresan. Está lleno de acontecimientos inconexos, en apariencia; porque la muerte es la gran lupa que amplifica los mínimos detalles cotidianos, que fulge como el Gran Solvente. Es un constante indagar en el duro tránsito de ir aceptando poco a poco los dictámenes de la pompa provisoria, la decantación de las agonías de la pérdida; en medio de la evocación de situaciones domésticas, en ciudades que el salitre y el paso del tiempo azotan sin remordimiento. También es una especie de bitácora del recorrido de las marcas que el amor imperfecto --como todo lo humano-- va dejando en la historia de cualquiera. No hay en el texto lamentos ni demandas lastimeras, solo mortal y serena aceptación.
Thursday, June 21, 2018
La noche oscura
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